Margarita Flores evitó ser detenida y separada de su familia en febrero pasado cuando aún llena de miedo, decidió no abrir la puerta de su casa en el barrio Van Nuys, de Los Ángeles, a los oficiales de ICE que desesperadamente le gritaban que les abriera.
“Eran como las 6am cuando se escucharon unos toquidos en la puerta que parecía que iban a tirarla”, recuerda Margarita.
Cuando se levantó sobresaltada, preguntó por detrás de la puerta quién era y qué buscaban.
Eran como tres agentes de la Migra, se enteraría más tarde a través de un vídeo que fue tomado en el momento de los hechos. “Preguntaron si vivía ahí Vivían Rubí y Jade, mis hijas menores. Les dije que si, y que eran ciudadanas estadounidenses. Después preguntaron por mi nombre. Les respondí que era yo, y estaba en proceso de obtener una Visa U. Yo no tenía ninguna orden de deportación, y no había razón para que me estuvieran buscando”, dice.